Hoy es nuestro último día en Logroño, y hemos salido del hotel con ganas de disfrutarlo.
Hemos paseado por el parque de la Ribera del Ebro, por el paseo del Espolón, por la Gran Vía (me he despedido de mi amigo Gorgorito), y por el casco antiguo (donde hemos comido fantásticamente unos simples menús).
Por la tarde hemos hecho las maletas, y hemos salido a cenar a un restaurante/asador. Papi ha escogido un vino tinto (lo tendriaís que haber visto, parecía un experto vinícola, jajaja), y tanto él como mami se han puesto tibios a comer y beber (mientras yo observaba con mi triste biberón de leche y cereales).
También Logroño nos ha gustado mucho, tanto la ciudad como el ambiente, con gente muy amable y alegre.
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